El precio que pagan en Europa las autoridades por un determinado medicamento puede variar significativamente de un país a otro. Por eso puede resultar provechoso para los llamados «comerciantes paralelos» comprar medicamentos fabricados legalmente en un país para venderlos más caros en otro.
Los comerciantes paralelos obtienen enormes beneficios del tráfico de medicamentos, pero las entidades sanitarias ahorran muy poco al comprar esos productos importados. El peligro inherente al comercio paralelo se ha demostrado recientemente en el Reino Unido, donde se descubrieron al menos cuatro casos de medicamentos falsificados distribuidos por comerciantes paralelos en un periodo inferior a dos semanas.
En palabras de Jim Thomson, presidente de la EAASM, «aunque el comercio paralelo resulta atractivo por su interés económico, se fundamenta en una distorsión que conlleva una clara amenaza para la seguridad de los pacientes, como ha quedado demostrado. Los consumidores apenas se benefician con estas importaciones, ya que las diferencias de precio son mínimas y es improbable que lleguen a afectar a los pacientes”.
A menudo los comerciantes paralelos tienen que reenvasar los medicamentos para que el prospecto con información para los pacientes figure en el idioma local, con lo que los importadores alteran la integridad del producto, aumentando el posible riesgo de falsificación y piratería.
La EAASM ha publicado recientemente un elocuente informe del Dr. Jonathan Harper que tiene por título European Patient Safety and Parallel Pharmaceutical Trade – a potential public health disaster? (La seguridad de los pacientes europeos y el comercio paralelo de fármacos: un posible desastre para la salud pública). Para averiguar cómo puede obtener una copia del informe Parte 1 Parte 2